Habitante de bosques y roquedos, el oso requiere lugares tranquilos y seguros donde vivir y reproducirse. Estando su dieta basada principalmente en frutos y hierbas, la presencia del oso pardo en un bosque es reflejo de la biodiversidad del mismo.
A pesar de la imagen que se tiene del oso como un animal feroz y temible, que ataca rebaños, colmenas e incluso al ser humano, este mamífero omnívoro difícilmente supone una amenaza para los humanos, siempre y cuando no se sienta en peligro.

Presencia del oso pardo en la Península Ibérica

Siglos atrás, en aquellos tiempos en los que la naturaleza aún gozaba de un buen estado de salud, los bosques de la Península Ibérica facilitaban el hábitat y alimento para una gran variedad de especies del reino animal. Entre ellas se encontraba el oso pardo, morador de una gran parte del territorio peninsular.
En el momento en el que los ecosistemas comenzaron a deteriorarse, en la mayoría de los casos por la acción del ser humano, la población de osos pardos fue mermando considerablemente, hasta encontrarse en los años 90 del pasado siglo XX al borde de la extinción, habiendo sido catalogado por la Unión Mundial para la Naturaleza, como una población “en peligro crítico”.

Situación actual del oso pardo en la Península Ibérica

En la actualidad la cifra de osos pardos ronda los 200 ejemplares, encontrándose estos en la Cordillera Cantábrica y los Pirineos.
La Cordillera Cantábrica cuenta con una población de 170 osos, que se localizan en dos áreas diferenciadas. La población osera occidental es la más poblada con 140 ejemplares, mientras que en la población oriental tan solo sobreviven 30.
Mientras tanto, la situación del oso pardo en los Pirineos es de extrema gravedad ya que su población no supera los 30 ejemplares cuando a principios del pasado siglo la cifra era de 200.
En el año 2004 un disparo causó la muerte de la última hembra superviviente de la especie ibérica, y ese fatal desenlace conllevó la desaparición del oso pardo ibérico en los Pirineos.
Para garantizar la supervivencia de la especie, en las dos últimas décadas se han reintroducido en el territorio diversos ejemplares de oso pardo provenientes de Eslovenia.

¿Qué necesita el oso pardo para sobrevivir?

El primer problema al que se enfrenta el oso pardo ante su lucha por la supervivencia en la Cordillera Cantábrica es la separación de los dos núcleos de población osera. La distancia que los separa, unos 40-50 km. no supone una dificultad para estos mamíferos acostumbrados a recorrer grandes extensiones de territorio, sino que sus mayores amenazas son la carretera nacional, la autopista y la vía de ferrocarril que separan una zona de otra.
Aunque el oso pardo está protegido por la normativa medioambiental, al estar catalogado como una especie en peligro de extinción, las muertes producidas de forma no natural siguen siendo motivo de denuncia por entidades animalistas como la Fundación Oso Pardo o FAPAS.
Las penas de cárcel o multas parecen no servir de escarmiento. Las muertes por disparos o por trampas destinadas a cazar jabalíes o cérvidos siguen produciéndose a pesar de la entrada en vigor de las leyes de protección del oso pardo. En otros casos, son los atropellos los culpables de la muerte de estos bellos animales.
Estos factores sumados a otros como los incendios y la destrucción de masa forestal para satisfacer las necesidades del ser humano han dejado a los osos pardos, así como a otras tantas especies animales, al borde de la extinción.

Nosotros somos una parte de la Tierra

No cabe duda de que el ser humano es el mayor enemigo de la naturaleza, y de todo ser que habita en ella.
Quizás el día en que todas las personas que viven en este planeta tomen conciencia de que garantizar la supervivencia del medio ambiente y de los animales que lo habitan supone también garantizar su propia existencia se detendrá esta destrucción impasible que la naturaleza viene sufriendo desde hace ya demasiado tiempo.
En el año 1855 el gran jefe Seattle, dirigente del pueblo indio Duwamish, dirigió una carta a Franklin Pierce, presidente de los Estados Unidos, en respuesta a su propuesta de comprarles la tierra en la que esta tribu vivía. Dicho mensaje resulta de una enorme sabiduría y denota un respeto y amor por la naturaleza que hoy día se ha perdido.
Sus palabras invitan a la reflexión: “Nosotros somos una parte de la Tierra, y ella es una parte de nosotros”. “¿Qué es la vida si no se puede oír el grito solitario del pájaro chotacabras, o el croar de las ranas en un lago al anochecer?”